Todo el año (476),
pero ideal, comenzarla el Viernes Santo (796). Deseo que durante esos nueve
días lleves a las almas a la Fuente de Mi misericordia para que saquen fuerzas,
alivio y toda gracia que necesiten para afrontar las dificultades de la vida y
especialmente en la hora de la muerte. Cada día traerás a Mi Corazón a un grupo
diferente de almas y las sumergirás en este mar de Mi misericordia. Y a todas
estas almas yo las introduciré en la casa de mi Padre. Y no rehusaré nada a
ningún alma que traerás a la Fuente de Mi misericordia. Cada día pedirás a mi
Padre las gracias para estas almas por Mi amarga Pasión (1209-1229). Cada día, leer la oración correspondiente y
rezar la coronilla (796):
1. Hoy,
tráeme a toda la humanidad y especialmente a todos los pecadores, y sumérgelos
en el mar de Mi misericordia. De esta forma, me consolarás de la amarga
tristeza en que me sume la pérdida de las almas.
Jesús tan misericordioso, cuya naturaleza es la de tener compasión
de nosotros y de perdonarnos, no mires nuestros pecados sino la confianza que
depositamos en Tu bondad infinita. Acógenos en la morada de Tu compasivísimo
Corazón y nunca nos dejes salir de él. Te lo suplicamos por Tu amor, que Te une
al Padre y al Espíritu Santo.
Oh omnipotencia de la Divina Misericordia,
Salvación del hombre pecador,
Tú eres la misericordia y al mar de
compasión,
Ayudas a quien Te ruega con humildad.
Padre eterno, mira con misericordia a toda la
humanidad y especialmente a los pobres pecadores que están encerrados en el
compasivísimo Corazón de Jesús, y por Su dolorosa Pasión, muéstranos Tu
misericordia, para que alabemos la omnipotencia de Tu misericordia, por los
siglos de los siglos. Amén.
2. Hoy, tráeme a las almas de los
sacerdotes y de los religiosos, y sumérgelas en Mi misericordia insondable. Fueron
ellas las que Me dieron fortaleza para soportar Mi amarga Pasión. A través de
ellas, como a través de canales, Mi misericordia fluye hacia la humanidad.
Jesús
misericordiosísimo, de quien procede
todo bien, aumenta Tu gracia en nosotros para que realicemos dignas obras de
misericordia, de manera que todos aquellos que nos vean, glorifiquen al Padre
de Misericordia que está en el cielo.
La fuente del amor de Dios,
Que estás en los corazones limpios,
Sumergidos en el mar de misericordia,
Resplandecientes como las estrellas,
Claros como la aurora.
Padre eterno, mira con misericordia al grupo elegido
de Tu viña, a las almas de los sacerdotes y a las almas de los religiosos;
otórgales el poder de Tu bendición. Por el amor del Corazón de Tu Hijo, en el
cual están encerradas, concédeles el poder de Tu luz para que puedan guiar a
otros en el camino de la salvación y a una sola voz canten alabanzas a Tu misericordia
sin límite por los siglos de los siglos. Amén.
3. Hoy, tráeme a
todas las almas devotas y fieles, y sumérgelas en el mar de Mi misericordia.
Estas almas me consolaron a lo largo del Vía Crucis. Fueron una gota de
consuelo en medio de un mar de amargura.
Jesús infinitamente
compasivo, que desde el
tesoro de Tu misericordia les concedas a todos Tus gracias en gran abundancia,
acógenos en la morada de Tu clementísimo Corazón y nunca nos dejes escapar de
él. Te lo suplicamos por el inconcebible amor Tuyo con que Tu Corazón arde por
el Padre celestial.
Son impenetrables las maravillas
De la misericordia,
No alcanza sondearlas ni el pecador ni el
justo,
Miras a todos con compasión,
Y atraes a todos a tu amor.
Padre eterno, mira con misericordia a las almas fieles
como herencia de Tu Hijo y por Su dolorosa Pasión, concédeles Tu bendición y
rodéalas con Tu protección constante para que no pierdan el amor y el tesoro de
la santa fe, sino que con toda la legión de los ángeles y los santos,
glorifiquen Tu infinita misericordia por los siglos de los siglos. Amén.
4. Hoy, tráeme a los paganos y
aquellos que todavía no Me conocen. También pensaba en ellos durante Mi amarga Pasión
y su futuro celo consoló Mi Corazón. Sumérgelos en el mar de Mi misericordia.
Jesús compasivísimo, que eres la luz del mundo entero, acoge
en la morada de Tu piadosísimo Corazón a las almas de aquellos que no creen en
Dios y de aquellos que todavía no Te conocen. Que los rayos de Tu gracia las
iluminen para que también ellas unidas a nosotros, ensalcen Tu misericordia
admirable y no las dejes salir de la morada de Tu compasivísimo Corazón.
Que la luz de Tu amor
Ilumine las tinieblas de las almas.
Haz que estas almas Te conozcan,
Y junto con nosotros glorifiquen
Tu misericordia.
Padre eterno, mira con misericordia a las almas de los
paganos y de los que todavía no Te conocen, pero que están encerrados en el muy
compasivo Corazón de Jesús. Atráelas hacia la luz del Evangelio. Estas almas
desconocen la gran felicidad que es amarte. Concédeles que también ellas
ensalcen la generosidad de Tu misericordia por los siglos de los siglos. Amén.
5. Hoy, tráeme a las almas de los herejes
y de los cismáticos y sumérgelas en el mar de Mi misericordia. Durante Mi
amarga Pasión, desgarraron Mi cuerpo y Mi Corazón, es decir, Mi Iglesia. Según
regresan a la Iglesia, Mis llagas cicatrizan y de este modo alivian Mi Pasión.
Jesús sumamente misericordioso, que eres la bondad misma, Tú no niegas
la luz a quienes Te la piden. Acoge en la morada de Tu muy compasivo Corazón a
las almas de nuestros hermanos separados y llévalas con Tu luz a la unidad con
la Iglesia y no las dejes alejarse de la morada de tu compasivísimo Corazón
sino haz que también ellas glorifiquen la generosidad de tu misericordia.
También para aquellos que rasgaron
La vestidura de Tu unidad
Brota de Tu Corazón la fuente de piedad.
La omnipotencia de Tu misericordia, oh
Dios,
Puede sacar también a estas almas del
error.
Padre eterno, mira con misericordia a las almas de los
herejes y de los cismáticos que han malgastado Tus bendiciones y han abusado de
Tus gracias por persistir obstinadamente en sus errores. No mires sus errores,
sino el amor de Tu Hijo y su amarga Pasión que sufrió por ellos, ya que también
ellos están acogidos en el sumamente compasivo Corazón de Jesús. Haz que
también ellos glorifiquen Tu gran misericordia por los siglos de los siglos. Amén.
6. Hoy, tráeme a las almas mansas y
humildes y a las almas de los niños pequeños y sumérgelas en Mi misericordia. Estas
son las almas más semejantes a Mi Corazón. Ellas Me fortalecieron durante Mi
amarga agonía. Las veía como ángeles terrestres que velarían al pie de Mis
altares. Sobre ellas derramo torrentes enteros de gracias. Solamente el alma
humilde es capaz de recibir Mi gracia; concedo Mi confianza a las almas
humildes.
Jesús tan misericordioso, Tú Mismo has dicho: Aprendan de Mí que
soy manso y humilde de corazón. Acoge en la morada de Tu compasivísimo Corazón
a las almas mansas y humildes y a las almas de los niños pequeños. Estas almas
llevan a todo el cielo al éxtasis y son las preferidas del Padre celestial. Son
un ramillete perfumado ante el trono de Dios, de cuyo perfume se deleita Dios
mismo. Estas almas tienen una morada permanente en Tu compasivísimo Corazón y
cantan sin cesar un himno de amor y misericordia por la eternidad.
De verdad el alma humilde y mansa
Ya aquí en la tierra respira el paraíso,
Y del perfume de su humilde corazón
Se deleita el Creador Mismo.
Padre eterno, mira con misericordia a las almas mansas
y humildes y a las almas de los niños pequeños que están encerradas en el muy
compasivo Corazón de Jesús. Estas almas son las más semejantes a Tu Hijo. Su
fragancia asciende desde la tierra y alcanza Tu trono. Padre de misericordia y
de toda bondad, Te suplico por el amor que tienes por estas almas y el gozo que
Te proporcionan, bendice al mundo entero para que todas las almas canten juntas
las alabanzas de Tu misericordia por los siglos de los siglos. Amén.
7. Hoy, tráeme a las almas que
veneran y glorifican Mi misericordia de modo especial y sumérgelas en Mi
misericordia. Estas almas son las que más lamentaron Mi Pasión y penetraron más
profundamente en Mi Espíritu. Ellas son un reflejo viviente de Mi Corazón
compasivo. Estas almas resplandecerán con un resplandor especial en la vida
futura. Ninguna de ellas irá al fuego del infierno. Defenderé de modo especial
a cada una en la hora de la muerte.
Jesús misericordiosísimo, cuyo Corazón es el amor mismo, acoge en
la morada de Tu compasivísimo Corazón a las almas que veneran y ensalzan de
modo particular la grandeza de Tu misericordia. Estas almas son fuertes con el
poder de Dios mismo. En medio de toda clase de aflicciones y adversidades
siguen adelante confiadas en Tu misericordia y unidas a Ti, ellas cargan sobre
sus hombros a toda la humanidad. Estas almas no serán juzgadas severamente,
sino que Tu misericordia las protegerá en la hora de la muerte.
El alma que alaba la bondad de su Señor
Es por Él particularmente amada.
Está siempre al lado de la fuente viva
Y saca gracias de la Divina Misericordia.
Padre eterno, mira con misericordia a aquellas almas
que glorifican y veneran Tu mayor atributo, es decir, Tu misericordia
insondable y que están encerradas en el compasivísimo Corazón de Jesús. Estas
almas son un Evangelio viviente, sus manos están llenas de obras de misericordia
y sus corazones desbordantes de gozo, Te cantan, oh Altísimo, un cántico de
misericordia. Te suplico, oh Dios, muéstrales Tu misericordia según la
esperanza y la confianza que han puesto en Ti. Que se cumpla en ellas la
promesa de Jesús quien les dijo que: a las almas que veneren esta infinita
misericordia Mía, yo mismo las defenderé como Mi gloria durante sus vidas y
especialmente en la hora de la muerte. Amén.
8. Hoy, tráeme a las almas que están
en la cárcel del purgatorio y sumérgelas en el abismo de Mi misericordia. Que
los torrentes de Mi sangre refresquen el ardor del purgatorio. Todas estas
almas son muy amadas por Mí. Ellas cumplen con el justo castigo que se debe a
Mi justicia. Está en tu poder llevarles alivio. Haz uso de todas las indulgencias
del tesoro de Mi Iglesia y ofrécelas en su nombre... Oh, si conocieras los
tormentos que ellas sufren ofrecerías continuamente por ellas las limosnas del
espíritu y saldarías las deudas que tienen con Mi justicia.
Jesús misericordiosísimo, Tú Mismo has dicho que deseas la
misericordia, heme aquí que llevo a la morada de Tu muy compasivo Corazón a las
almas del purgatorio, almas que Te son muy queridas, pero que deben pagar su
culpa adeudada a Tu justicia. Que los torrente de Sangre y Agua que brotaron de
Tu Corazón, apaguen el fuego del purgatorio para que también allí sea
glorificado el poder de Tu misericordia.
Del tremendo ardor del fuego del
purgatorio
Se levanta un lamento a Tu misericordia.
Y reciben consuelo, alivio y frescura
En el torrente de Sangre y Agua derramado.
Padre eterno, mira con misericordia a las almas que
sufren en el purgatorio y que están encerradas en el compasivísimo Corazón de
Jesús. Te suplico por la dolorosa Pasión de Jesús, Tu Hijo, y por toda la
amargura con la cual Su sacratísima alma fue inundada, muestra Tu misericordia
a las almas que están bajo Tu justo escrutinio. No las mires sino a través de
las heridas de Jesús, Tu amadísimo Hijo ya que creemos que Tu bondad y Tu compasión
no tienen límites. Amén.
9. Hoy, tráeme a las almas tibias y
sumérgelas en el abismo de Mi misericordia. Estas almas son las que más
dolorosamente hieren Mi Corazón. A causa de las almas tibias, Mi alma
experimentó la más intensa repugnancia en el Huerto de los Olivos. A causa de
ellas dije: Padre, aleja de Mí este cáliz, si es Tu voluntad. Para ellas, la
última tabla de salvación consiste en recurrir a Mi misericordia.
Jesús piadosísimo, que eres la compasión misma, Te traigo a
las almas tibias a la morada de Tu piadosísimo Corazón. Que estas almas heladas
que se parecen a cadáveres y Te llenan de gran repugnancia se calienten con el
fuego de Tu amor puro. Oh Jesús tan compasivo, ejercita la omnipotencia de Tu
misericordia y atráelas al mismo ardor de Tu amor y concédeles el amor santo,
porque tú lo puedes todo.
El fuego y el hielo no pueden estar
juntos,
Ya que se apaga el fuego o se derrite el
hielo.
Pero Tu misericordia, oh Dios,
Puede socorrer las miserias aún mayores.
Padre eterno, mira con misericordia a las almas
tibias, sin embargo, están acogidas en el piadosísimo Corazón de Jesús. Padre
de la misericordia, Te suplico por la amarga Pasión de Tu Hijo y por su agonía
de tres horas en la Cruz, permite que también ellas glorifiquen el abismo de Tu
misericordia. Amén.